martes, 11 de junio de 2013
¡Nuevo récord en las emisiones de CO2 en la Tierra!!!!
¡Un nuevo récord en las emisiones de CO2 que ya no podemos ignorar!
Por primera vez en al menos 800.000 años, la concentración de este gas de efecto invernadero ha superado la
marca de las 400 partes por millón. Cuantos más gases se emitan mayor será el incremento de la temperatura, y
mas difícil, si es que posible, detener el calentamiento
En el entorno remoto de las islas Hawái, en medio del océano Pacífico y alejado de toda fuente importante de
contaminación, desde hace algo más de medio siglo se viene midiendo en el observatorio de Mauna Loa con
precisión la concentración atmosférica de dióxido de carbono. A 3.000 metros de altitud, es la estación más
antigua que, interrumpidamente, ha venido midiendo esta variable tan importante de nuestro planeta. El 7 de
mayo de 2013 entrará en la historia de la humanidad y del planeta porque, por primera vez en al menos 800.000
años y puede que desde el Plioceno (hace de casi tres millones de años), la concentración de este gas de efecto
invernadero ha superado la marca de las 400 partes por millón (ppm). Hace unos 200 años, cuando se inventó la
maquina de vapor, estábamos en 280 ppm.
Muy pocas personas son los que aún viven que, al nacer, hubieran respirado aire por debajo de 300 ppm. Casi
todos hemos vivido ya en esa centena. Y, desde luego, nunca nadie ha vivido un cambio de más de 100 ppm a lo
largo de su vida. Es más, un cambio de esta magnitud y rapidez es totalmente excepcional en la historia reciente
de nuestro planeta. Y, lo que es peor aún, de no detener las emisiones, quienes ahora nacen y empiezan a respirar
aire de 400 ppm es probable que, al final de su vida, respiren aire de 600 e incluso muchas más ppm.
El dióxido de carbono es un gas inocuo para nosotros en este nivel de concentraciones; sin embargo, es un gas
que tiene efecto invernadero. Es este gas, junto con otros pocos gases y vapores, son los que hacen que Ia Tierra
sea un sitio calentito, sin grandes extremos térmicos en la mayor parte de su superficie, lo que ha permitido la
vida tal como la conocernos, incluida nuestra propia aparicion como especieHomo sapiens. Liberar dióxido de
carbono a la atmósfera hace que el clima se caliente. Y el calentamiento del clima no es un asunto baladí.
Todos, de una manera u otra, dependemos del clima del lugar en el que habitamos. Cambiar el clima es, en
última instanciar cambiar el funcionamiento de todos los ecosistemas de los cuales dependemos para nuestro
sustento y bienestar; es cambiamos a nosotros mismos.
Puede que muchos piensen que el cambio climático será algo del futuro, pero no es verdad. Está con nosotros
desde hace tiempo. Muchos han o hemos sufrido sus efectos, y muchos más los seguiremos sufriendo, tanto más
cuanto mayores sean las emisiones. Puede también que muchos piensen que tenemos tiempo para reaccionar,
pero están confundidos. Cuantos más gases se emitan mayor será el incremento de la temperatura, y mas dificil,
si es que posible, detener el calentamiento. Si queremos que el clima no se caliente más alla de 1,5oC, como
piden muchos países en desarrollo en el marco de las Naciones Unidas, hay que empezar desde hoy mismo a
reducir las emisiones.
De no hacerlo y continuar como hasta ahora, en 2030 esta meta será ya inalcanzable. Para hacerla posible, habría
que disminuir drásticamente las emisiones a tasas que ponen nuestra propia capacidad, y no digamos nuestra
voluntad, en un durisimo aprieto. No hay acuerdos en el horizonte para conseguir tal meta. Pero, lo que es peor,
no se necesitará mucho más que otra década para hacer imposible la meta de evitar que el planeta se caliente por
encima de 2°C, objetivo que han acordado otros muchos países por entender que superar esa cifra supondría una
interferencia peligrosa sobre el clima. Inalcanzable significa que no podremos evitarlo y que la alteración que se
produzca continuará durante siglos. El tiempo apremia como quizás pocos llegan a concebir.
El 7 de mayo de 2013 habrá sido un mal día para toda la humanidad, pues evidencia que los deseos de los
gobiernos del mundo no se corresponden con la tozuda realidad de que las emisiones no disminuirán si no se
adoptan las decisiones oportunas. Esta frontera no debió cruzarse nunca. Como en tantas otras cosas, la ciencia,
aun con sus limitaciones, hace ya mucho tiempo que dio la voz de alarma. El mensaje era correcto v, con el
tiempo, no ha hecho sino incrementarse. Pero los humanos reaccionamos mal ante lo imprevisto y preferimos
aceptar la duda que, en no pocas veces, algún mercader siembra, antes que hacer lo necesario para evitar el mal
que, sin lugar a dudas, todos querríamos evitar; eso sí, a poder ser, sin coste.
Pero eso no es posible. Detener el calentamiento tiene un coste, pero este es mínimo y más pequeño, mucho más
pequeño, que los daños que se derivaran de no hacerlo. Es en días como este, que serán recordados durante
siglos, cuando debemos exigirnos a nosotros mismos un poco de reflexión, un alto en el camino, para recapacitar
sobre lo que es verdaderamente importante y decidir que “si queremos, podemos”. Tú decides.