domingo, 2 de junio de 2013

TOLERANCIA 1-HOMOFOBIA 0!!!!

Muchas creen que ya está todo hecho. Que la discriminación y homofobia contra las que seguimos luchando de manera activa no son más que un residuo de algunos que prefieren vivir en un gueto. Nada más lejos de la realidad. La homofobia sigue existiendo en nuestro día a día, en las calles, en los restaurantes. En todos sitios. Acabo de leer el relato que Gabi González, un chico gaditano, ha compartido en Facebook. Un testimonio de un caso de homofobia vivido en primera persona y en una ciudad como Madrid, en la que se supone que hay mucha más tolerancia por aquello de ser una gran ciudad. En este post poco importa lo que yo diga. Aquí lo relevante son sus propias palabras. Así que allá van. Domingo 19 de mayo, 15.00h, lugar VIPS Plaza de los Cubos (Madrid). Restaurante lleno, propio de un domingo de lluvia en el centro de la capital. Decido quedar allí con un amigo. Entro, pido una mesa y nos sentamos. Resultó que esa mesa situada en una esquina del restaurante, me llevaría a vivir una situación de completo drama, al menos para mí. Así lo viví yo. Mientras esperábamos la comida, mi amigo, sentado frente a mí, decidió lanzarse y darme un abrazo y un beso. El beso se paró en seco. El “señor” de la mesa de al lado, un padre de familia que comía con sus hijos y su mujer, se levantó y dio un golpe seco y fuerte en mi mesa. No entendía qué pasaba, ni yo, ni nadie. Todos miraban mientras esa “persona” gritaba, mientras nos insultaba. “FUERA DE AQUÍ, TENÉIS QUE IROS”, “ME ESTÁIS MOLESTANDO, ESTÁIS MOLESTANDO A MIS HIJOS”, “¡FUERA!”. Apareció el encargado, y algunos camareros del restaurante que intentaban calmar a este “individuo”. “ESTOS DOS SE ESTÁN BESANDO, Y ME ESTÁN MOLESTADO”, y así un no parar. Yo no entendía nada, ni supe reaccionar. Con lo que yo soy, me quedé sin mediar palabra. Era la primera vez en mi vida que vivía una situación de HOMOFOBIA. Y la primera que vivía en primera persona. Vergüenza. Como 40 mesas y un promedio de 150 personas pusieron los ojos en mí, y en mi amigo, que no habla español y que no comprendía qué pasaba. Pese al momento de confusión, pude explicarle. Él me decía que nos fuéramos de allí y que nos quitásemos de problemas. Yo no quería irme. ¿Irme por qué? ¿Por ser GAY? ¿Por recibir un beso de un amigo? En la vida. El encargado lidiaba con esa “fiera” que insistía en que le estábamos molestando. Nos levantamos mientras el resto de comensales nos miraba atónitos y nos decían que no nos fuéramos, que los que tenían que irse eran ellos. Este padre de familia de unos 40 años, junto a su servidora mujer y sus hijos con educación y principios de dudoso valor. Pobres por tener a un padre así. Me levanté junto a mi amigo, y decidimos irnos pero la gente no nos dejó. Se levantaron como 10 personas que nos mostraron su apoyo y su cariño. NO NOS FUIMOS. Se fue esa familia, mientras el “padre” decía que como el encargado no hacía nada entonces eran ellos los que se iban. Vivir esto en primera persona DUELE. Mucho más que un puñetazo en toda la cara. Me sentí pequeño, distinto por primera vez en mi vida. ESTA ES MI DENUNCIA. MI DENUNCIA SOCIAL. MI APOYO INCONDICIONAL A TODOS LOS QUE HAYÁIS PASADO POR ALGO PARECIDO.