domingo, 24 de febrero de 2013

Ellas, clases de cocina; ellos, de gestión

Si es chica, que aprenda cocina, moda o secretariado. Si es chico, que se centre en gestión administrativa, telecomunicaciones o finanzas. Un total de 24 centros educativos separan a alumnos y alumnas en Madrid. Cinco de ellos, todos sostenidos con fondos públicos, ofertan ciclos de Formación Profesional con un perfil que dista ampliamente si el alumno es hombre o si se trata de una mujer. La Educación segregada por sexos está en el centro del debate por varias razones. La nueva reforma que prepara el Ministerio de Educación ampara que estos centros reciban fondos públicos, mientras comunidades como Andalucía acaban de retirar las ayudas a 12 colegios después de que una sentencia del Supremo estableciera en julio de 2012 que pueden negarles el concierto. Madrid, gobernada por el PP, no solo subvenciona con fondos públicos 11 de los 24 colegios que gestionan principalmente dos órdenes ultracatólicas: Opus Dei y Legionarios de Cristo. También ha cedido suelo público para la construcción de al menos tres de ellos y respalda sus currículos amparándose en la “libertad de elección de los padres”, según un portavoz de la Consejería de Educación. ¿Y cuál es ese currículo? Cinco centros concertados ofertan Formación Profesional. Los tres masculinos se centran en cursos como Instalaciones Electrónicas o Desarrollo de Aplicaciones Informáticas. Los dos femeninos, en Secretariado, Cocina y Gastronomía o Educación Infantil (ver cuadro). “Obedecen al tipo de trabajo que se entienden propio de las mujeres”, considera Carmen Heredero de Pedro, coordinadora del Observatorio de la Igualdad de Género de CC OO Madrid y autora del informe Una educación diferenciada para la diferencia entre los sexos, editado en 2011 y presentado ayer en la Asamblea de Madrid. “Este tipo de educación no favorece la igualdad de sexos aunque sus defensores sostengan lo contrario”, considera Heredero. “No es una cuestión de género, sino de historia”, señala Alfonso Aguiló, presidente de la Asociación Madrileña de Empresas Privadas de Enseñanza y director del Tajamar, uno de los centros masculinos con FP. “El centro tiene más de 50 años y la oferta es antigua, no es fácil cambiar la maquinaria o despedir al profesorado, exige inversiones importantes”, explica. “No creo que sea sexista ni hemos recibido quejas por sexismo”, añade Aguiló. La Consejería de Educación, que no ha facilitado el dato de cuánto dinero público reciben estos centros, tampoco tiene constancia de quejas. “Buscamos salidas profesionales”, añade por su parte Carmen Calvo, directora de comunicación del colegio Fuenllana, uno de los centros para chicas. “Empezamos con hostelería y turismo, que tradicionalmente es más demandado por los hombres y seguimos con patronaje y moda porque ofrecía posibilidades de trabajo”. Su colegio recibe peticiones de alumnos que derivan a otros centros. El claustro está formado solo por profesoras y reservan a los docentes varones para “clases extraordinarias”. “No tendríamos inconveniente en contratarlos, pero no los ha habido nunca”, asegura Calvo, que explica que el edificio “está estructurado” para mujeres. La oferta “no la decide la consejería sino los propios centros, suponemos que en función de la demanda que reciben”, añade el portavoz de Educación. Heredero le replica: “Puede que los chicos busquen profesiones propias, pero la labor educativa es romper los estereotipos y acabar con ese círculo vicioso”.